La cubana Dania Gloria Riera Velasco y su hija Sofía, paciente de Covid-19, tuvieron que recorrer cinco centros de salud de La Habana durante ocho horas para que les aprobaran el ingreso hospitalario de la menor.
Según relata en su cuenta de Facebook la mujer, residente en la capital, su hija, positiva al Covid-19 desde el domingo, se encontraba bajo los efectos del Interferón, un antiviral que se les suministra a quienes contraen la enfermedad como parte del protocolo epidemiológico orientado en Cuba.
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Aunque el fármaco provoca fuertes efectos secundarios como vómitos, fiebre y decaimiento, las autoridades de un hospital de Boyeros, que Riera Velasco no nombra, agruparon a casi 15 niños positivos al Covid-19, junto con sus padres, en el interior de un ómnibus Girón durante una hora a la espera de ser trasladados otro centro hospitalario.
“Después de una hora en una guagua Girón, con tremendo calor, los niños sudando, nos llevan al pediátrico del Cerro y allí nos dicen que no, que no había capacidad”, explica la madre.
El Hospital Pediátrico del Cerro fue el primero de los centros que les negaron la estadía, a pesar de que todos los pacientes llevaran una remisión oficial firmada por un especialista.
“Nos llevaron, entonces para La Balear (Hospital Pediátrico de San Miguel del Padrón), donde me correspondía mi remisión. Me metieron en un cuarto de 2x2 junto a 15 personas a esperar una respuesta. Positivos y negativos, todos juntos. Pero tampoco había capacidad”, cuenta Dania Gloria.
Entrada la tarde, volvieron a subir en el ómnibus a todos los pacientes y los condujeron al municipio Cotorro. En uno de los hospitales del municipio aceptaron solo el ingreso de un anciano positivo al Covid-19, por su vulnerabilidad. Sin embargo, el grupo de niños con sus padres debió seguir la búsqueda.
“De ahí al Frank País para ver si ahí podíamos quedarnos. Cuando llegamos, vieron la cantidad de niños”, cuenta Dania como lo que pareciera una buena señal: se preocuparon por conocer el número de pacientes y, tanto ella como el resto de los padres, pensaron que estaban procesando los ingresos. Había caído la noche.
“Eran las 7 de la noche. Pensábamos que íbamos a resolver. Una hora entera a la espera, sin respuestas. Me bajé junto a otros padres y empezamos a protestar. Al final ningún jefe dio la cara”, relata la madre.
“Los niños no habían comido. Estaban bajo el efecto del Interferón, con vómitos, diarreas, fiebre. Empecé a llorar, estaba desesperada. Me volví loca y lo subí todo a Facebook”, cuenta Dania sobre el momento de angustia que padeció.
“Llamé a alguien de Salud y llorando, entre lágrimas, aparecieron las camas en La Balear, mágicamente, para todos los niños. Nuevamente allí (Hospital Pediátrico de San Miguel del Padrón) nos volvieron a meter en el cuarto de 2x2. A los niños les dieron una merienda que fue una falta de respeto. Más tarde, repartieron otra merienda más, esta vez para los padres. A las 11 y media de la noche fue que recibí la cama”, detalla la madre del drama que sufrió junto a su hija debilitada por los efectos del Interferón.
La situación de Dania y su hija Sofía es un caso ilustrativo del colapso de las infraestructuras de salud que actualmente sufre la isla a consecuencia de la pandemia.
No obstante, la madre sigue cuestionando los procederes de los funcionarios de los centros de salud y atribuye a la burocracia estatal la responsabilidad sobre su situación.
“No entiendo cómo niños remitidos de un hospital, con medicamentos suministrados... ¿cómo es posible que pase esto en una potencia médica? ¿Qué pasa? ¿Que no quieren trabajar? Yo supe que en este mismo hospital que nos recibió (La Balear) sí habían camas disponibles. Mi hija pasó 8 horas dando vueltas por La Habana, enferma, sin comer y eso no va a quedar así. ¡Son niños enfermos! “No tengo miedo, no estoy diciendo nada que no sea real. Esto no se va a quedar así”, sentencia la madre.
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