La historiadora del Arte y activista cubana, Anamely Ramos, se refirió al VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), próximo a realizarse del 16 al 19 de abril, así como al impacto que tendrá sobre la oposición y al deber de todos los que persiguen un cambio en Cuba.
“El PCC es la vanguardia de la barbarie”, comienza su directa de Facebook Anamely Ramos, quien propone realizar una “radiografía” de lo que actualmente significa el Partido en un país que sufre oleadas represivas contra disidentes y periodistas independientes.
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“(El Partido) No tiene capital humano o moral. Se sabe que quienes gobiernan pertenecen a una cúpula de militares y sus compinches y usan al Partido de cáscara sin contenido para todo lo decadente y bárbaro que sucede en el país”, continúa Ramos.
Acerca de la simulación que ha representado históricamente la militancia en las filas del PCC, y la presencia de este poder en el interior del país, la activista asegura que “en Cuba se ha institucionalizado la incapacidad y la represión”.
“Hemos visto a muchos de nuestros padres pertenecer a ese Partido sin creérselo. Militan sin conocer la obra de Marx. Hemos visto mucha simulación ahí dentro. Hemos visto a ese Partido dentro de los centros de trabajo ejerciendo presión ideológica. Los represores, al final, no tienen ideas concretas desde el punto de vista teórico ni sobre cómo se conduce un país. Ejecutan la presión sobre personas que no son confiables. A veces los no confiables solo están haciendo bien su trabajo”, expresa Ramos.
Los órganos del Partido en las provincias y municipios del interior del país poseen un poder mucho más férreo que en la capital, asegura la activista. Según plantea, los dirigentes en el interior son también incapaces pero detentan una autoridad capaz de coartar de un modo más directo la iniciativa tanto independiente como institucional. Ramos los llama “perros de pelea”.
“Repiten consignas y son corruptos al extremo. Permiten la corrupción y coartan la iniciativa. Pues ese es el Partido que va a tener un congreso”.
Sobre los valores de justicia social que enarbola el gobierno ante el mundo, Anamely explica que no puede haber tal justicia cuando la legislación en Cuba es ilegítima, y la Constitución atenta contra las garantías del pueblo frente a un cuerpo omnipotente: el Partido Comunista. Específicamente, Ramos alude al artículo 4 de la Constitución, que declara el carácter irrevocable del socialismo.
“El artículo 4 de la Constitución es fascista. Habla sobre la irrevocabilidad del socialismo. Una constitución no puede encerrar en sí un sesgo ideológico, y tampoco puede darle autoridad a cualquier persona para que actúe en contra de los ciudadanos en pos de un sistema. Es inverosímil en el siglo XXI. Ese es el marco general de todo en Cuba”, explica.
Según Anamely, cualquier defensa de libertades e intentos de emprendimientos con base en la Constitución son maniobras que a la larga están destinadas a fracasar, ya que constituyen “pequeñas fichas que tienen sentido individualmente, pero que existen dentro de un marco que no lo tiene”.
“Puedes usar ciertos artículos para empoderarte y reclamar derechos pero el marco general es una farsa. Su legitimidad hay que cuestionarla a partir de la injusticia que eso representa”.
Por último, la historiadora del Arte asegura que el gobierno teme de sus opositores. Tras la crisis política que ha atravesado la isla en sus últimos 6 meses, “los grupos de activistas han aprendido a articularse, a hacer alianzas” de manera espontánea, de ahí movimientos como el 27N o el grupo de San Isidro, aseguró Ramos.
“No podemos echar sobre otros la responsabilidad que tiene uno. No podemos pretender que hagan otros lo que uno no puede o quiere hacer”, indica Anamely sobre la necesidad de generar empatía y lazos de apoyo entre los opositores, en lugar de cuestionarse unos a otros.
“Después se generará la estructura que sea Hay mucha gente con ideas, no lo tengo claro, pero las estructuras que se generen deben ser lo suficientemente flexibles para que no aparezcan caudillos”, indica Ramos como la esencia de una sociedad plural.
“No hemos sufrido lo mismo, por tanto, nuestra experiencia ante el poder no ha sido igual, pero al final del día, para ellos, todos somos lo mismo”, dice Anamely, quien comenzará un proyecto junto a un grupo de colegas para mostrar ante el mundo una “radiografía” de la Cuba que no exporta el oficialismo. La iniciativa tendrá lugar en el marco del VIII Congreso del PCC.
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