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El régimen cubano se solidarizó con las autoridades rusas que han reprimido duramente las manifestaciones reclamando la liberación del opositor Alexei Navalny, provocando el rechazo y la condena de buena parte de la comunidad internacional.
El canciller cubano Bruno Rodríguez utilizó su cuenta de Twitter para expresar su adhesión a los postulados de Moscú. “Cuba rechaza firmemente los intentos de injerencia en los asuntos internos de la Federación de Rusia y reafirma su solidaridad con las autoridades de ese país”, tuiteó el jefe de la diplomacia del régimen cubano.
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El pasado sábado decenas de miles de manifestantes salieron a las calles para denunciar la detención arbitraria y las maniobras de las autoridades rusas para encarcelar al opositor, que de momento permanece en prisión provisional por 30 días.
Tras ser atendido por los servicios médicos alemanes para recuperarse de un envenenamiento sufrido en un viaje a Siberia, Navalny decidió volver a su país y fue arrestado nada más arribar al aeropuerto, acusado de haber incumplido los términos de una sentencia anterior por “haber viajado al extranjero”. No importó que el viaje lo realizara al borde de la muerte y gracias a la intervención de líderes de la comunidad internacional y la presión de la sociedad civil.
La detención encendió la mecha de la protesta en Rusia cuando miles de ciudadanos desafiaron a las autoridades rusas que intentaron impedir que se manifestaran, alegando razones de salud pública relacionadas con la COVID-19.
No obstante las advertencias, los ciudadanos inconformes con el liderazgo autoritario que ampara una corrupción escandalosa en el país salieron a manifestarse para exigir la liberación de Navalny, libertad de expresión y transparencia. Las concentraciones fueron multitudinarias y la policía empleó la violencia para disolverlas.
Como resultado de los enfrentamientos contra los antidisturbios y otros agentes del orden, la policía detuvo a más de 3.700 personas y provocó lesiones de diversa consideración en cientos de manifestantes.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, calificó las protestas como peligrosas e ilegales, mientras aliados del político opositor dijeron que planeaban una protesta similar para el próximo domingo.
En una reunión con estudiantes este lunes, Putin dijo que nadie debería usar una acción de protesta ilegal para promover sus propios intereses políticos, sin mencionar a Navalny por su nombre. "Todos tienen derecho a expresar su punto de vista dentro del marco provisto por la ley. Todo lo que esté fuera de la ley no solo es contraproducente, sino peligroso", aseveró Putin.
Para ejemplificar sus argumentos, Putin citó la agitación causada por la Revolución Rusa de 1917 y el colapso de la Unión Soviética en 1991 como revueltas o acciones ilegales que causaron miseria a la gente y que, por lo tanto, es mejor evitarlas.
Asimismo, en una rara refutación pública de una acusación de corrupción hecha por Navalny, el mandatario ruso rechazó ser el dueño de un opulento palacio en el Mar Negro valorado en 1.370 millones de dólares. El video de denuncia subido al canal del opositor la semana pasada ha generado más de 86 millones de visitas en YouTube.
El encarcelamiento provisional del líder opositor y la represión desatada contra los manifestantes ha generado preocupación entre los líderes mundiales. Entre las declaraciones rechazando la violencia desatada, destacó una nota de condena del Departamento de Estado que dirige Anthony Blinken, nuevo secretario de Estado de la recién estrenada administración Biden.
Sin embargo, aunque no pague por las locomotoras rusas, el régimen cubano se ha apresurado a condenar la “injerencia en los asuntos internos” de Rusia, temiendo quedar como un vagón desenganchado que ve alejarse la maquinaria que, en su día, tiró de él hasta consolidar el proyecto totalitario gracias al cual permanece en el poder.
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