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Fernando Infante Silva (Las Tunas, 1961–Madrid, 2020) no habría imaginado jamás el calvario en que se ha convertido su propia muerte.
El cubano murió el pasado 28 de junio, a los 59 años, por un infarto cardíaco y casi tres semanas después sus restos permanecen conservados en el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Todo apunta a que será cremado, sin la celebración de funerales.
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La prolongada estadía del cadáver ante la ausencia de familiares en España, junto a los trámites del poder de su familia en Cuba y las diligencias en España, impedirán que pueda ser velado.
Infante Silva fue hallado sin vida en su dormitorio, en el piso que compartía arrendado en Madrid, por uno de los dos inquilinos con quienes convivía.
Desde que ingresó en un depósito del Instituto Anatómico Forense dependiente del gobierno regional, su descanso definitivo se ha vuelto una pesadilla, “ahora en espera del visto del juez”, comunicó la administración de la Comunidad de Propietarios, donde Fernando trabajó como conserje los últimos años de su vida.
El poder notarial de su familia en Cuba fue enviado a Madrid el jueves nueve de julio para que pueda ser incinerado, dijeron a CiberCuba fuentes de la Comunidad de vecinos.
Desde los días posteriores a su muerte ha sido la administración de la propia Comunidad la que ha gestionado entre La Habana y Madrid la cremación del cuerpo, sin realizarse aún por los dilatados trámites burocráticos.
“Lo normal sería que cuando se te muere alguien querido, haces un funeral y viene gente para apoyarte”, coincidieron algunos vecinos.
A pesar del disgusto por las malogradas honras, amigos y cercanos han destacado los valores de Fernando Infante Silva como ser humano y defensor infatigable de las libertades en su país.
“Fernando se merecía una despedida 'decente' porque todo lo que hizo en vida fue luchar por vivir mejor y por ayudar a su familia en Cuba”, declaró desde Miami su amigo Jesús Martín, hecho en el que coinciden sus allegados en España, país donde residió desde que abandonó la isla hace dos décadas.
Este viernes, las instancias funerarias de Madrid seguían a la espera de la orden judicial para proceder a la cremación y darle el descanso final al cubano emigrado.
La Comunidad de vecinos donde trabajaba prevé el oficio de una misa en su homenaje para fecha próxima.
“Esperamos poder darle el descanso eterno a Fernando y que sus restos finalmente puedan enviarse a Cuba”, comentaron los vecinos.
Esa es la voluntad de sus familiares en la oriental provincia de Las Tunas, donde nació el 4 de marzo de 1961, en la costera localidad de Puerto Padre.
Fernando Infante Silva era uno de los siete hijos que tuvo el matrimonio, también fallecido, de Porfidia Silva y el teniente coronel Miguel Infante, que desempeñó diferentes cargos en el Ejército Oriental de Cuba y con quien Fernando mantuvo discrepancias políticas y nunca más pudieron verse.
Infante Silva, que en los años 90 laboró como enfermero en el hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana, deja también una obra poética inédita.
Era un “poeta de intimidades excluyentes”, como lo define Antonio Piedra, su amigo periodista de muchos años. “Vengo de allí”, “Si vas a mi tierra”, “Mi raza negra” o “Nostalgia a mi tierra” son poemas en los que explayó todas sus nostalgias por Cuba.
En España residen actualmente más de 140 mil cubanos, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Muchos cubanos como Fernando se desperdigaron para siempre de sus raíces, y jamás volvieron.
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