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La imposición gubernamental de precios a los productos agrícolas ha generado desabastecimiento y descontento en Caibarién, donde las placitas solo venden mangos, tras una reciente reunión del partido comunista y el poder popular con vendedores, para informarles de las nuevas tarifas.
La medida del gobierno aún no ha trascendido porque los medios de prensa oficialistas mantienen silencio sobre los nuevos precios impuestos a productores y vendedores de vegetales, hortalizas, frutas, pero CiberCuba ha obtenido copia de la documentación repartida por los burócratas municipales a los vendedores que acudieron a la cita.
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El sector ganadero, de momento, no está afectado por la imposición de precios, confirmó un criador de cerdos, que rehusó ser identificado.
Propietarios de tarimas de ventas de productos agrícolas en Caibarién calificaron de "ridículos e irreales" los nuevos precios de sus productos porque establece que la libra de boniato y yuca se vendan a 65 centavos y la de plátano a 1,60, según la documentación oficial.
Los precios impuestos no cubren la compra a los productores agrícolas, el costo de transporte desde el campo hasta las placitas y su almacenamiento, convirtiendo en inviables los pequeños negocios de vendedores privados y adscritos a Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), explicaron los afectados.
Algunos vecinos de la Villa Blanca, al enterarse de la causa real del desabastecimiento en las placitas, que solo venden mangos, comentaron que solo nos falta el arroz para pasar el verano con un gran arroz con mango.
En una Mesa Redonda reciente, se anunció la prohibición de celebrar las llamadas Ferias agropecuarias municipales, pese a que aliviaban la escasez de alimentos a una parte considerable de la población, pero funcionarios y periodistas descalificaron las ferias, tildándolas de “vehículo para el enriquecimiento ilícito de intermediarios e inescrupulosos”.
Desde marzo, ha arreciado la escasez de alimentos, artículos de aseo y medicamentos en Caibarién y sus precios se han elevado notablemente en el perseguido mercado negro, donde la libra de arroz cuesta 30 pesos y las personas recorren el pueblo en busca de comida.
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