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La modelo cubana Betsy Camino, radicada en Chile desde hace algunos años, dijo en un programa de televisión local que su madre no quiere que le siga enviando dinero durante esta crisis de coronavirus porque "no tiene en qué gastarlo".
La reina de Viña del Mar 2018 logró llevar a su hermana y a su mamá a vivir con ella a Chile el año pasado, pero ambas quedaron varadas en Cuba cuando el país cerró los aeropuertos. Su madre y su hermana se habían ido 15 días a la isla porque esta última tenía planes de casarse con su novio y desde entonces no han podido regresar.
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"La verdad están mal", contó Betsy en el programa de Canal 13 Sigamos de Largo. "El coronavirus está controlado pero la situación alimenticia está muy mal. Yo le mando dinero a mi mamá y ella me dice que no le mande más porque no tiene en qué gastarlo".
"La comida es muy mala y está escasa. Ahora está más fuerte que nunca esta situación", resaltó la modelo.
Después de haber logrado reunir a su familia, ahora Betsy no ve a su mamá y a su hermana desde enero, porque se fue a grabar Master Chef Celebrity Chile a Colombia y cuando regresó ellas estaban en Cuba, donde aún se desconoce una fecha tentativa para reabrir los aeropuertos.
Para la también bailarina, este reto de estar nuevamente separada de su familia y que ellas estén pasando trabajo y no tengan comida está siendo muy duro y la ha hecho revivir sus primeros años en Chile.
"En Chile empecé a hacer todas las cosas que yo desde chica quería, trabajar en la tele, ser conocida, dejar una huella en el mundo, pero cuando llegaba a la casa podía estar con gente maravillosa, pero mi realidad era sola. No tenía una mamá a la que decirle '¡mamá, firmé un contrato!'.
"Eso no pasaba en mi vida. No podía coger un teléfono y llamarla, porque no había, ni había WhatsApp ni me podía ver en YouTube. Yo tenía que guardar fotos en un USB y, cuando iba a Cuba, le mostraba las cosas que hacía. Era feliz, pero era una felicidad vacía, incompleta", contó Betsy sobre sus primeros tiempos en Chile separada de su familia.
"Yo, gracias a Dios, tengo la posibilidad de comer rico todos los días, de si se me antoja un queso, comerlo. Y me siento culpable, porque cuando llegué a Chile que empecé a ver los supermercados y que podía comer carne, cerveza, todo, yo decía '¿cómo voy a comer esto y mi familia no?’, ni siquiera mandándoles dinero. Y ahora que sé que están mal de nuevo me siento igual. Vuelve toda la angustia", sostuvo.
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