Científicos cubanos aconsejan no comer caracol gigante africano

“La mayoría de los casos letales que existen en el mundo es por consumo del caracol crudo. No quisiéramos que pasara aquí”, explicó el malacólogo Luis Álvarez-Lajonchere.

Actividad de saneamiento y control del caracol gigante africano en La Habana © IPS
Actividad de saneamiento y control del caracol gigante africano en La Habana Foto © IPS

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Este artículo es de hace 5 años

Aunque existen varias declaraciones de especialistas e informaciones sobre la posibilidad de ingerir el caracol gigante africano, académicos cubanos recomiendan no consumir este peligroso molusco por los riesgos de contagio de enfermedades.

En un encuentro realizado el 24 de octubre en la sede de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), el malacólogo Luis Álvarez-Lajonchere explicó que, independientemente de su opción comestible, el peligro radica en la mala manipulación a la hora de cocinarlos.


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“La mayoría de los casos letales que existen en el mundo es por consumo del caracol crudo. No quisiéramos que pasara aquí”, agregó.

Apuntó, asimismo, que no todos tienen la destreza para preparar tan exótico plato. “Por tanto, no podemos incitar a su consumo porque pueden ocurrir accidentes”, abundó.

En una actualización sobre el tema, Álvarez-Lajonchere informó que los ejemplares más grandes encontrados hasta ahora en la isla caribeña no sobrepasan los 12 centímetros de concha, aun cuando la especie puede llegar hasta los 20 centímetros.

A su vez, recalcó la elevada probabilidad de vida de la especie que puede tolerar desde las más bajas hasta las más altas temperaturas en sus condiciones naturales de hábitat.

Álvarez-Lajonchere alertó sobre la capacidad reproductiva de este tipo de caracol, que “puede llegar a poner hasta seis veces al año”.

“Al alcanzar los cuatro o cinco meses de vida, ya empiezan a copular y generan unos 120 huevos en una sola vez. En la medida que crecen, alcanzan hasta 400 huevos en cada puesta”, sumó.

Si a ello se agrega que poseen un 95 por ciento de éxito de eclosión (capacidad de supervivencia después de romper el huevo) y que la mitad llega a la madurez sexual, pues se multiplican sus índices de reproducción, apuntó.

Un solo individuo puede poner de 1.200 a 1.800 huevos en 12 meses

En ese sentido, recalcó que un solo individuo puede poner entre 1.200 a 1.800 huevos en 12 meses; ello se acrecienta porque llegan hasta los seis años de vida y algunos, a los nueve.

El también curador de las Colecciones Malacológicas del Museo de Historia Natural Felipe Poey de la Universidad de la Habana, explicó que las zonas urbanas y suburbanas, huertos y organopónicos, figuran entre los espacios donde más presencia de la plaga se ha observado.

“Se encuentran en los lugares menos imaginados, hasta debajo del concreto”, añadió.

Precisó, del mismo modo, que aunque no se presentan cuantificables daños en la agricultura, hay que estar alertas, pues pueden hacer estragos considerables en un corto periodo de tiempo.

Bajo este análisis, expresó como punto favorable, que no se han detectados casos en entornos de preservación natural como Reservas de Biósfera y áreas protegidas.

Sin embargo, insistió: “Tenemos que evitar que lleguen a estos lugares porque aquí tienen sus mejores condiciones naturales para su reproducción”.

Controladores biológicos

Por su parte, Michel Matamoros, especialista del estatal Instituto de Investigaciones en Sanidad Vegetal, informó acerca de la identificación de siete especies en la isla que ejercen como control biológico natural del caracol gigante africano.

Entre ellas, figuran tres especies de roedores, el cangrejo ermitaño (macao), algunos tipos de caracoles y aves como el guairao.

Igualmente, explicó que entre los factores de riesgos de dispersión están el comercio y la venta de los caracoles como ornamentación; y la religión yoruba, que lo emplea en sus ritos religiosos.

Aunque no se reportan pérdidas económicas a nivel de país, Matamoros comunicó sobre 17 cultivos que son atacados, entre ellos, los más dañados son la yuca, el ají, la remolacha y el melón.

Significó, de esta manera, que en los emplazamientos analizados, especialmente en la capital cubana, se han encontrado hasta 52 caracoles en un metro cuadrado. “Es una densidad bastante elevada”, reveló.

En estos casos, pueden causar daños hasta más del 50 por ciento del cultivo, apuntó.

Ambos académicos insistieron en las acciones realizadas a nivel de país y de forma interinstitucional para crear conciencia popular sobre la contención del caracol gigante africano.

Hasta el momento, ha trascendido la realización de limpiezas barriales y de áreas verdes como estadios y patios escolares por parte de la ciudadanía y por la convocatoria de organizaciones de masa, no gubernamentales y entidades estatales.

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