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Keiny, un cubano de 27 años, es uno de los tantos extranjeros devueltos a México por el Gobierno de Estados Unidos a la espera de su audiencia de asilo bajo los Protocolos de Protección al Migrante (MPP, por sus siglas en inglés), también conocidos como el programa "Permanecer en México".
Según explicó el isleño a Voa News, él y su esposa embarazada de siete meses viven desde mediados de julio en un refugio en Nuevo Laredo, al norte de México. La pareja -sin abogado o dinero- asegura que hasta la fecha de su entrevista, prevista para finales del presente mes, solo cuentan con su "fe en Dios y la verdad".
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Gracias a un negocio particular de venta de comida, el matrimonio pudo ahorrar lo suficiente para salir de Cuba. Cada uno pagó cerca de 475 dólares para llegar a Nicaragua. Desde ahí se trasladaron en autobús hacia Honduras, Guatemala y finalmente México.
Este es el cuarto intento de la pareja por salir de la Isla. Las tres primeras ocasiones, todas llevadas a cabo en bote, fueron devueltos y obligados a pagar fuertes multas.
A pesar de las largas esperas y los peligros que enfrentan en las calles de Nuevo Laredo, Keiny insiste en que él y su esposa no pueden regresar al territorio cubano. El matrimonio teme que, si solicitud de asilo falla, sean encarcelados o torturados en Cuba.
“No me siento seguro en mi país. La policía y el gobierno hacen lo que quieren”, denunció este migrante.
La historia de Keiny, desafortunadamente, no es un caso aislado. Ante el aumento de migrantes cubanos en la ciudad fronteriza mexicana, poco a poco se ha ido desarrollando una pequeña comunidad en la colonia de Victoria, bautizada por los locales como La Pequeña Habana.
La singular barriada es, actualmente, el refugio temporal de algunos cubanos que emprendieron una travesía arriesgada y peligrosa en busca de sus propios objetivos de vida.
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