García Lorca, nacido el 5 de junio, fue deslumbrado por la cultura cubana

El 7 de marzo de 1930 llegó el poeta Federico García Lorca a Cuba, y prolongó su estancia hasta el 12 de junio.

Lorca en el mirador del Valle Yumurí. Foto © www.noticiasdesantiagodecuba.com

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Este artículo es de hace 5 años

Nacido el 5 de junio de 1898, Federico García Lorca hizo referencia a la presencia de Cuba en su infancia desde las habaneras, que escuchaba de niño, hasta las coloridas marquillas de tabaco estampadas en las cajas de puros que su padre recibía de La Habana. El impulso para viajar a Cuba lo recibió de su amigo José María Chacón y Calvo, hispanista y diplomático cubano cuya casa fue el lugar donde Lorca conoció a la antropóloga cubana Lydia Cabrera.

En 1926 Chacón da a conocer por primera vez en Cuba la poesía de Lorca en la revista Social y posteriormente causó furor La casada infiel, poema que Lorca dedicara a Lydia Cabrera y su negrita (Carmela Bajarano). Finalmente, Lorca viajó a Cuba con el objetivo de dictar conferencias como invitado de la Sociedad Hispanocubana de Cultura, presidida por Fernando Ortiz. A este prestigioso intelectual cubano dedicó el poeta granadino un poema donde hay referencias explícitas a Cuba, el Son de negros en Cuba, luego convertido en canción y versionado por numerosos intérpretes españoles y cubanos.


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Lejos de la solemnidad acostumbrada en las conferencias, cuentan que Lorca se presentaba desinhibido y cordial. Fue tal su éxito que la recaudación de taquilla, unida a la ayuda económica de sus amigos, permitió a Lorca ampliar su estancia en Cuba.

Fue recibido y mimado en Cuba por las figuras más representativas de la alta cultura cubana, como Fernando Ortiz, Jorge Mañach, Lydia Cabrera, Félix Lizaso o José Antonio Fernández de Castro. Los mejores poetas cubanos le rindieron homenaje: Guillén, Ballagas, los Loynaz, Florit, Marinello y Tallet, entre otros muchos.

Se hospedó en el hotel La Unión, ofreció las conferencias en el Teatro Principal de la Comedia, y pasaba las tardes en la casa de los hermanos Loynaz. En ese caserón del Vedado –hoy en estado ruinoso– Lorca tocaba el piano y cantaba, escribía, dibujaba y bebía whisky con soda. Antes de llegar a Cuba, era amigo por correspondencia de Enrique Loynaz del Castillo, pero fue su hermana Flor quien se convirtió en su cómplice y compañera de fiestas. No era demasiado afín con Dulce María.

Lorca conoció también Guanabacoa, Regla, Guanajay y Santa María del Rosario, pero según cuenta Nicolás Guillén su lugar preferido eran las playas de Marianao, que en aquella época estaban rodeadas de puestos de fritas, cafetines y bares, en los cuales actuaban treseros y bongoseros, entre los cuales se encontraba El Chori, que parece ser uno de los iniciadores de Lorca en los misterios de lo afrocubano, que tal vez el poeta sentía cercano a la cultura gitana.

Emilio Roig de Leuchsenring, el historiador habanero, en una nota periodística aseguraba que el poeta español estaba completamente “aplatanado”, y por supuesto la cubanización de Lorca tenía que pasar por la visita a otras provincias, y así viajó a Santiago, Pinar del Río (el valle de Viñales), Cienfuegos o Matanzas (Varadero, el valle de Yumurí).

Aunque se hable poco en Cuba, por la homofobia imperante, de las aventuras sexuales del poeta, se infiere, y algunos saben a ciencia cierta, que el desbordado erotismo de la Isla fue conocido por él, en las noches de La Habana marginal, junto con el joven poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón y con el musicólogo español Adolfo Salazar y el pintor, también español, Gabriel García Maroto. Con ellos visitó el Teatro Alambra, solo para hombres, y también recorrió bares y burdeles del puerto. No es casual que solo en La Habana Lorca pueda escribir la obra de teatro El público, de abierto contenido homosexual.

Lorca llegó a decir que en Cuba pasó los mejores días de su vida, y en una carta a sus padres les contaba que “La Habana es fundamentalmente española, pero de lo más característico y más profundo de nuestra civilización. Yo naturalmente me encuentro como en mi casa (…) Esta isla es un paraíso. Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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