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El juicio de Maikel Castillo Pérez, cuya firma de autor es “Maykel Osorbo”, celebrado el pasado miércoles 20 de marzo, tuvo sin dudas acordes extraños. Un oído acostumbrado, sin embargo, podría reconocer, en el fondo, la misma melodía que esperábamos.
Comenzó violando las garantías al debido proceso que reconoce la ley en cualquier parte (incluso en Cuba):
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El día anterior, el martes 19 por la noche, supo el preso político que su vista oral tendría lugar al día siguiente “a las 8:00 am” en el Tribunal municipal de la Habana Vieja y su abogada no se enteró si no el mismo día, miércoles 20 de marzo, cuando su esposa Rosmely, preocupada al no verla llegar, la llama a su celular.
”A mí no me han informado de nada”, fue la respuesta de la letrada y luego añadió que, si querían, la fueran a buscar por medios privados en un carro. Mientras, en las afueras de sitio, se reunían familiares y amigos del barrio en espera del artista y adentro, con toda normalidad, también se preparaban para celebrar las vistas como si nada pasara.
“En la lista de los juicios que tocan hoy – decía una facilitadora mostrando un papel -, aparece que el abogado de Maikel Castillo es “de oficio”. Eso significaba que lo conocería una hora antes del juicio que sellaría su futuro (proceder que, por lo demás, parece ser el corriente con los abogados “de oficio” en Cuba).
En el expediente judicial de Maikel no aparecía en absoluto el nombre de su abogada “Rocío”, continuó explicándonos la empleada, como si nunca hubiera existido un defensor -a pesar de que se le contrató hace seis meses y de que incluso fue a visitar a Maikel a la cárcel-.
Eso habría sido su propia falta (de la abogada) nos explicaban luego, ya que los jurisconsultos tienen la obligación de “personarse” ante el Tribunal correspondiente porque “ellos no son adivinos”. “Sin embargo - dijo una jueza que apareció con el expediente de Maikel - el detenido había sido notificado de que habría juicio y que debía nombrar a su abogado” (aviso que el reo negó haber firmado luego).
Ya a estas alturas la abogada no respondía las llamadas de Rosmely, y sólo activó su teléfono ante una llamada del mismo tribunal, que la conminaba a presentarse, si en verdad atendía el caso de Maikel, porque el juicio se iba a celebrar de cualquier manera.
Maikel Castillo fue detenido el pasado 25 de septiembre después de ofrecer un concierto La Madriguera (sede de la Asociación Hermanos Saiz de La Habana) donde invitados protestaron contra el Decreto Ley 349 y pidieron la liberación de Soandry del Rio.
Las autoridades justifican este arresto con la revisión de una multa que el rapero recibiera unos meses atrás por causa de un altercado con la policía en el Parque Cristo de la Habana Vieja. Ese arresto violento ocurrió porque Maikel filmaba un operativo de la policía y se negó a darles el teléfono. Cuando se llevaron a Maikel, dejaron sola a su hija de 2 años en el Parque. Días después lo soltaron con una multa. Ésta fue revocada después del concierto y ahora la acusación es de Atentado (contra el policía) con lesiones.
Toda la mañana estuvimos en vilo. Después del mediodía, una guagua expulsó al rapero que esperábamos de la prisión Valle Grande y al rato apareció entonces la letrada, y a esa hora se puso a preparar el juicio. Conversó con un testigo que desde por la mañana se encontraba ahí y que, curiosamente, alegaba haber recibido una citación para el juicio con suficiente tiempo de antelación.
Convirtió al rapero El Funky en testigo de la conducta de Maikel y a mí me señaló con los dedos casi cruzados mientras decía “con esa no quiero hablar” y lo hizo extensivo a la esposa de Maikel, que se encontraba al lado mío – aunque después sí tuvo que hablar con ella -.
En la sala:
Para nuestra sorpresa, la defensa, sin embargo, no careció de tino. En primer lugar se hizo notar que se había infligido la Ley de procedimiento penal al ser revocada la multa de Maikel por la misma instancia que la produjo. Cosa absurda y mal hecha.
Luego se hizo notar que el oficial que acusaba a Maikel de haberlo agredido, no presentó nunca certificado de lesiones que probara el daño y cuando en su declaración aseguró que nunca había existido una niña (afirmación que dejó con la boca abierta a media sala), se observó que ésta contradecía una investigación anterior, solicitada por Maikel en el verano, donde se reconoció que la niña había sido abandonada; también contradecía la declaración de otro policía, que recordaba a la infante.
La abogada evocó además una cámara de seguridad, que debió filmar el arresto violento de Maikel y cuyas imágenes, sin embargo, no han aparecido… En fin, que para culpar a Maikel Castillo de atentado, sólo se contaba con dos pruebas circunstanciales, que eran el testimonio de dos agentes del orden, que además se contradecían en varios puntos vitales. Por lo cual, concluyó la abogada, la víctima del atentado debía ser más bien su defendido en esta historia.
Curiosamente, la actitud de la fiscal fue más bien tímida y pobre. Apenas interrogó a los testigos, no trató de coger en contradicción al encausado en su testimonio, no hizo ninguna referencia a los antecedentes de Maikel, y al final con la cabeza gacha pidió que la pena fuera convertida en alguna medida cautelar de un año que no implicara un centro correccional, sino la casa. O sea que, como mucho, le ofrecen ahora “casa por cárcel” por cuatro meses más. De la semana del 4 al 10 de abril sabremos la conclusión de los jueces de Maykel Osorbo, rapero contestatario.
Detrás de bastidores:
Quizás a primera vista alguien pudiera apreciar el proceso de Maikel Castillo como un evento típico dentro del sistema legal cubano, que a ratos imita una comedia de enredos, pero trágica. Sin embargo, nosotros hemos aprendido a sospechar. Sobre todo cuando las evidencias, hasta ahora, apuntan en sentido diverso y delatan a la Seguridad del estado, que a veces funge como guionista sin crédito de los dramas que vivimos, detrás de todo esto.
Podríamos especular, entonces, que la intención del autor ha sido precisamente esa: hacer aparecer el caso de Maykel Osorbo como una cuestión penal puramente y que, de alguna manera, al final recibió algo de justicia. El mejor truco del diablo, nos recuerda Bulgakov, es hacernos creer que no existe.
Hay cabos sueltos en esta historia que favorecen la suspicacia. Por ejemplo: aparece temprano un testigo favorable a Maikel que dice que fue citado con quince días de antelación a la fecha del juicio. Entonces, si existía un testigo de la defensa, se deduce que alguien preparaba una defensa ¿no? ¿Un abogado, por ejemplo? ¿o alguien más?
Hay también hechos insoslayables que desmienten la apariencia de banalidad ineficiente y burocrática que adquirió la historia:
Todo este absurdo se desencadena después del concierto del 23 de septiembre de 2018 en la Madriguera: la noche en que Maykel decidió seguir adelante con su intención de protestar contra el Decreto-ley 349, a pesar de que los organizadores, enterados “por alguna misteriosa razón” de sus propósitos, le advirtieron que no lo hiciera, pero Maykel acogió con gusto a los activistas de la Campaña que aparecieron para pedir la libertad de Soandry del Rio, y después permitió que Osmany Cero Cero dijera todo lo que quiso contra el Decreto y sobre su represión personal.
Después de esa noche, cerraron La Madriguera y no la abrieron sino semanas más tarde, con un protocolo de censura renovado que pedía a los raperos que presentaran tanto las letras de las canciones como los nombres de los invitados. Después de esa noche arrestaron a Maikel, alegando la revisión de una multa de hacía medio año y lleva ya 7 meses en la prisión de Valle Grande, que no pueden borrar una buena defensa a última hora de una abogada.
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