Vídeos relacionados:
BUENOS AIRES/SAO PAULO, 22 nov (Reuters) - El clásico entre River Plate y Boca Juniors es famoso a nivel mundial por la rivalidad y la pasión que desata entre los hinchas de los dos clubes más importantes de Argentina. Y el sábado, la "locura" de los simpatizantes será aún mayor cuando lo que esté en juego sea el título más importante de clubes a nivel sudamericano.
Si bien Europa tiene la Liga de Campeones, con todo su dinero, glamour y los mejores futbolistas del mundo, la Copa Libertadores de América cuenta desde las gradas con un espectáculo aparte que le da una atmósfera especial a la competencia.
Lo más leído hoy:
El partido de ida jugado en el estadio de Boca, La Bombonera, terminó igualado 2-2 el 11 de noviembre, por lo que la revancha del sábado en el Monumental de River es a todo o nada.
"Si perdemos, es el fin del mundo", dijo Vicente Zucala, un aficionado ciego de River Plate, de 29 años. "Este es un partido muy importante, no podemos perder".
Boca ganó la Libertadores seis veces y River en tres ocasiones, pero esta es la primera vez en las casi seis décadas del torneo que ambos se cruzan en la final.
Los boletos para los partidos se agotaron en cuestión de minutos y visitantes de todo el mundo viajaron a Buenos Aires para empaparse en la atmósfera del evento.
"River es mi vida, mi pasión", dijo Byron Stuardo Alquijay, de 33 años, quien llegó desde Guatemala. "Tuve que vender mi auto para llegar aquí. Podría comprar otro auto en el futuro, pero este partido no se repetirá".
A diferencia del pasado, en la actualidad únicamente los seguidores del equipo local pueden ir al estadio. Los aficionados visitantes no pueden asistir a los partidos de fútbol en Argentina debido a los problemas entre las "barras bravas", como se conoce a los grupos organizados de hinchas violentos.
"El Boca-River es uno de los clásicos más importantes porque la hinchada tiene mucha pasión", dijo Cayetano Milon, un aficionado de Boca de 51 años que tiene una tienda cerca de La Bombonera.
El fútbol sudamericano es mucho más impredecible que el europeo, y 18 equipos diferentes han jugado la final de la Libertadores en la última década frente a únicamente 10 en la Liga de Campeones.
Y aunque la Confederación Sudamericana de Fútbol quiere que la competencia se parezca más a la Liga de Campeones, la tarea parece casi imposible debido a las diferencias en la manera de vivir los partidos.
Uno de los grandes cambios implementados es poner fin al formato de local y visitante para la final, haciéndola un evento único en un estadio neutral a partir de 2019 como ocurre en Europa.
Esta decisión ha enfurecido a los aficionados, que dicen que las distancias y costos involucrados impedirán a los hinchas comunes tener la posibilidad de ver a su equipo en lo que denominan el partido más importante de la temporada, y quizás, de sus vidas.
También significa que la serie entre Boca y River será la última de su clase, lo que le da al choque del sábado un atractivo adicional.
"Personalmente, no me gustan los River-Boca", dijo una aficionada de River, María Fe Díaz, cuyo padre una vez tuvo un paro cardíaco durante un clásico. "Son muy estresantes para mí. Yo no quería que este partido se diera. No sé cómo voy a hacer hasta el sábado".
(Reporte de Andrew Downie; editado en español por Gabriel Burin, Manuel Farías y Javier Leira)
Archivado en: