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Por estos días, la edición 36 de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2018) "cierra" el tráfico a ratos en las avenidas capitalinas. La ciudad se mueve al ritmo de la mayor bolsa comercial que realiza la Isla, pero el evento parece "quedarle chiquito".
Aunque los medios oficiales cubanos refieren la presencia de más de 3.000 empresarios de unos 65 países en FIHAV 2018, "es increíble ver que hay menos empresarios extranjeros y más personas que vienen a la Feria para pedir jabas, gorras o lo que sea que aparezca. Los cubanos debiéramos aspirar a un país mejor, menos preocupado por lo que va a comer o con qué va a vestirse".
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"Cada año la prensa cubana repite sin sentido lo que ya conocemos sobre la Feria, pero cada año nuestra economía anda peor. ¿Cuántas ferias más necesitamos para ver materializados los resultados de éstas en la economía del país?", se pregunta Carlos, quien representa a una empresa de la industria alimentaria cubana.
A tenor con lo que plantea el trabajador privado Ernesto, "lo que realmente necesitamos es una ley de empresas que incluya a los cuentapropistas, las cooperativas, las empresas estatales, las mixtas y las extranjeras, que son básicamente las que pueden autofinanciarse y generar riquezas.
"Necesitamos permitir que los cubanos residentes dentro o fuera de la Isla puedan participar sin restricciones en FIHAV, e interiorizar que las empresas extranjeras son quienes pueden suministrarnos las materias primas y los equipos necesarios para producir bienes y servicios".
Eduardo Rodríguez defiende en el sitio web Cubadebate que el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX) debería convocar a la prensa nacional e internacional y explicar los resultados de los contratos que se firmaron en la pasada Feria de La Habana, pero no se hace porque "no se acaba de entender que es una obligación rendir cuentas a los ciudadanos".
De acuerdo con un empresario español, país más representado en FIHAV 2018: "¿Qué se espera para reparar Expocuba? Es el mayor recinto ferial del país y el techo se le está cayendo. Prácticamente está para demolerlo y sembrar alimentos en él. Hay que hacer un área expositiva moderna. Sin embargo, estamos en un lugar donde se cobra todo como si fuera nuevo, pero es una mentira".
"Hay que hacer colas para almorzar e ir al baño, se va a ratos la corriente eléctrica en algunos espacios y hay zonas donde la conexión a Internet es inestable", se queja.
Del mismo modo el ingeniero industrial Alejandro considera que "entorpecemos o renunciamos a muchas transacciones porque aún persiste una mentalidad rígida, que no propicia el desarrollo. No hemos aprendido a insertarnos en el esquema de negocios que impera fuera de Cuba y que se caracteriza por mecanismos ágiles, eficientes, productivos. Para nosotros es más importante controlar y limitar, que producir y vender".
A pesar de que en reiteradas ocasiones el titular del MINCEX Rodrigo Malmierca ha dicho que Cuba cumplirá con sus compromisos financieros, "seguimos lastrados por el centralismo. Se mantiene el atraso en el pago corriente a los proveedores y la falta de competencias de muchos empresarios y directivos cubanos para concretar negocios con empresas foráneas.
"Mientras existan serios problemas con los pagos de los suministradores y la aprobación de las inversiones no avanzaremos. Ni para negociar nos parecemos al resto del mundo. Ponemos demasiadas trabas a las empresas extranjeras que buscan asentarse en el país".
"Lo que más debiera preocuparnos es el bloqueo interno. Desde hace décadas existen muchas ofertas y oportunidades de entidades extranjeras que se quedan en proyectos por culpa de nuestras deficiencias", argumenta el cubano Manuel, de 37 años, contratado por una entidad italiana.
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