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La cantante italiana Laura Pausini nunca imaginó el revuelo que se armaría tras publicar en su cuenta de Instagram una imagen suya envuelta en la bandera cubana.
La artista, quien este martes 26 de junio cantó por primera vez en la capital cubana gracias a la invitación que le hiciera el dúo Gente de Zona para que los acompañara en su concierto en la Ciudad Deportiva, quiso posar vestida con uno de los símbolos patrios de la Isla.
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La bandera fue uno de los muchos regalos que recibió durante su estancia de pocas horas en La Habana.
“Una experiencia inolvidable (la bandera y la foto son un regalo de la ciudad de Cuba donde canté esta noche frente a 250.000 personas) Increíble y hermosa)”, comentó.
Pero su gesto no gustó a algunos, quienes la han criticado el emplear la insignia nacional como prenda de vestir.
Para el cineasta Juan Carlos Cremata Malberti, es algo de “mal gusto”, escribió en la cuenta de Facebook del periodista cubano radicado en Miami Michel G. Núñez.
Otro usuario de la misma red, identificado como Maikel Arista-Salado, opina que aunque vestir la bandera es un acto ilegal, el Estado no debería tener el monopolio sobre el uso de los símbolos de la nación.
“Por lo tanto, si uno quiere ponerse la bandera queda a la opinión pública la sanción o aprobación de ese acto. El Estado no es dueño de los símbolos nacionales”, añadió.
Algunos, como la escritora cubana Zoé Valdés, llegaron más lejos: “Señora, respete y quítese esa bandera de encima, que usted no es nadie para lucirla, ni la merece”, escribió en su cuenta de Instagram junto a la foto.
Lo cierto es que la propia artista ya se ha disculpado por su acción, según divulgó People en Español.
“No hago nada en mi vida para herir a las personas, al contrario, quise estar ahí por las múltiples cartas que he recibido de mis fans cubanos desde hace 25 años donde me decían lo mucho que deseaban escucharme en vivo”.
“En ningún momento me he metido con nada político ni tampoco lo haré. El concierto no tuvo absolutamente nada que ver con eso. Lamento profundamente si mis acciones han ofendido o herido a alguien, claramente no era mi intención”, concluyó.
No es esta la primera polémica que se suscita en torno al uso de la bandera, aunque posiblemente sí con un extranjero en el centro del debate.
En mayo de 2016, en el recibimiento que se le hizo a los primeros cruceristas en llegar desde Estados Unidos a Cuba por barco en más de 50 años, en el punto de embarque de cruceros de La Habana, las bailarinas llevaban un atuendo con la bandera cubana.
Su vestimenta fue muy criticada por el entonces primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel. “Fue una cosa horrenda, una comparsa cubana con la bandera recibiendo a un crucero norteamericano. Parecíamos hawaianos”, expresó.
Lo más común para los habitantes de la Mayor de las Antillas, es ver a alguien mostrándola con orgullo cuando está representando al país, como suelen hacer siempre los deportistas.
Los cubanos, estén dentro o fuera de su país, reconocen su enseña nacional como propia y a la vez ajena a cualquier matiz político.
Basta recordar a la estudiante norteamericana de origen cubano Emma González, una de las sobrevivientes de la masacre de Parkland ocurrida el 14 de febrero, quien al hablarle a miles de personas congregadas frente a la Casa Blanca en la “Marcha por Nuestras Vidas”, el 24 de marzo, llevaba un brazalete en su hombro derecho con la bandera cubana.
Quizás algunos recuerden otro debate suscitado en 2016, cuando el vallista cubano nacionalizado español Orlando Ortega, tras ganar medalla de plata en las Olimpiadas de Río de Janeiro, rechazó la insignia cubana que alguien del público le ofreció, y optó por coger una española para ponérsela de capa.
Su gesto no se olvidó, y fue criticado incluso un año después por la prensa oficialista cubana.
El periódico Escambray, de Sancti Spíritus, lo comparó con el del pelotero Yulieski Gurriel, hijo del territorio agramontino, quien en 2017 se envolvió en una enseña cubana en Los Ángeles, Estados Unidos, para celebrar la victoria de los Astros de Houston en la Serie Mundial de la MLB.
“Una cosa es irse del país por cuestiones personales y otra, renegar de su tierra, al estilo de Ortega”, comentó en aquel momento el periodista.
“(…) Valdría decir que Cuba no se carga ni en una maleta, ni en una lancha, ni en un avión. Se aloja en el corazón de la gente y suele atarse con lazos indestructibles, más allá de leyes, diferencias políticas o de criterios”, añadió.
Laura Pausini, emocionada y feliz por cumplir un viejo sueño de actuar para los cubanos, quiso llevarse a la Isla en su corazón y tal vez no se percató de que su gesto podría herir alguna sensibilidad.
A pesar de toda la polémica, ya expresó su deseo de regresar a Cuba para ofrecer otro concierto.
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