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La tormenta solar registrada en las últimas horas, clasificada como G5, la más intensa desde 2003, dejó espectaculares imágenes de auroras boreales incluso en regiones tan al sur de Estados Unidos como Florida y Alabama.
Desafiando las expectativas habituales de visualización exclusiva en altas latitudes, el fenómeno tiño de colores rosas y azules el cielo nocturno de Florida, dejando un rejuego de colores tornasolados que fascinaron a los observadores.
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El fenómeno natural capturó la atención global por su magnitud y su impacto potencial en la tecnología terrestre y espacial. Según Univisión, las auroras son visibles debido a una intensa tormenta solar. "Lugares oscuros y de poca luminosidad son ideales para observarlas", señaló el medio.
Las eyecciones de masa coronal, expulsiones de plasma solar cargado magnéticamente desde la corona del Sol, han sido particularmente frecuentes y fuertes esta noche, aceleradas por una mancha solar de considerable tamaño, 16 veces el diámetro de la Tierra, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA).
Estas partículas interactúan con el campo magnético de la Tierra, provocando las auroras y posibles perturbaciones tecnológicas, explicó la agencia AP.
En ese sentido, La NOAA emitió advertencias a operadores de infraestructuras críticas, incluidas redes eléctricas y operadores de satélites, debido al riesgo de interrupciones.
En eventos pasados, como la tormenta de 2003, se registraron apagones significativos y daños en transformadores eléctricos en varias partes del mundo. La amenaza persiste en la actualidad, ya que una tormenta de similar magnitud podría afectar tanto a líneas de transmisión de alto voltaje como a la precisión y operatividad de sistemas de navegación satelital y comunicaciones.
A nivel espacial, la tormenta no representa una amenaza grave para la tripulación de la Estación Espacial Internacional (EEI), aunque sí aumenta los niveles de radiación, lo que podría requerir que los astronautas se trasladen a áreas más protegidas del laboratorio orbital. La NASA también ha tomado precauciones con sus satélites científicos, preparando apagones temporales de los instrumentos más sensibles para evitar daños.
El ciclo solar actual, el número 25, que comenzó en diciembre de 2019, parece estar acelerando hacia su pico más rápidamente de lo esperado, lo que podría explicar la frecuencia y severidad de las recientes tormentas solares. Cada ciclo solar, que dura aproximadamente 11 años, marca una periodicidad en la actividad solar que culmina en máximos de eventos como las manchas solares y las eyecciones de masa coronal.
Los científicos y meteorólogos de la NOAA, junto con observatorios y agencias internacionales, están monitoreando de cerca esta actividad para proporcionar actualizaciones y alertas. Estas observaciones no solo son cruciales para la mitigación de riesgos tecnológicos y operativos, sino que también ofrecen oportunidades únicas para la investigación científica sobre la dinámica solar y su interacción con la Tierra.
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