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Un cubano preso por más de 20 años espera su sentencia en el corredor de la muerte de la cárcel Polunsky, en Livingston, Texas, desde donde asegura querer salir ya de este mundo.
Reinaldo Dennes nació en Arroyo Naranjo, La Habana, en 1956. Creció en Miami, la ciudad a la que emigró su familia en 1959. Su padre era joyero y él aprendió el oficio desde muy pequeño, al igual que su hermano.
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Dennes tiene 66 años en la actualidad, de los cuales 27 ha pasado preso en Estados Unidos por asesinar a una persona. Fue condenado a pena de muerte en 1997 y espera su sentencia en una prisión de máxima seguridad, conocida como El Agujero del Infierno.
Es la primera vez que el cubano acepta hablar sobre su caso con la prensa. Concedió una entrevista a Telemundo 51 para un compendio de siete reportajes publicados bajo el título Dilema de vida o muerte, donde diferentes periodistas investigan sobre la pena capital y la cadena perpetua en Estados Unidos.
Dennes fue entrevistado por el periodista Adrián Criscaut, a quien le confesó que acepta la pena de muerte porque respeta la ley, pero no cree que tenga sentido.
"El castigo más grande es dejar a la gente vivir. Yo no quisiera vivir en la prisión. Si es la voluntad de Dios la acepto, pero no quisiera. Estoy preso en mi cuerpo, mi mente es libre, pero como quiera que sea, estoy preso", dijo.
El 24 de enero de 1996, con el apoyo de dos cómplices entre los que estaba su hermano, el cubano organizó un robo a un joyero en Houston y asesinó a esa persona. También disparó a un guardia de seguridad que logró sobrevivir.
Dennes, su hermano y otra cómplice robaron diamantes valorados en 3 millones de dólares que nunca aparecieron. El preso, al ser interrogado sobre este tema, aseguró que "todo eso se perdió, se enterró y se perdió".
"Soy culpable, planeé e hice las cosas. ¿Qué me den otro chance? No, no quiero. Yo lo que quiero es ya salir de este mundo. Cualquier cosa que quieran recibir con mi muerte, pues que se pongan alegres, pero eso no dará alegría a nadie. La muerte del otro no da alegría a nadie", dijo el reo.
Indicó que de no haber sido detenido tras el crimen probablemente hubiera seguido haciendo daño, porque estaba perdido en la oscuridad y su mente solo ideaba planes macabros.
"Hay gente aquí (en la cárcel) que no se han perdonado por los crímenes que han hecho, han matado a sus hijos, y todas esas cosas, pero uno tiene que aceptar el perdón o no puede seguir viviendo", comentó.
En Texas, Dennes recibirá una inyección letal cuando llegue el día de su sentencia. Es una jornada que algunas personas en la cárcel la viven como una dicha, y otros no. Él la espera con tranquilidad porque se siente preparado para morir.
"Yo tenía un negocio, casa, carro, dinero y todo, pero no tenía felicidad. (...) La droga me tenía bien loco (...) Mi alma estaba llorando por tener felicidad. Desde el día que me arrestaron comenzó a cambiar mi vida", dijo.
Dennes se mostró conmovido al pensar en el sufrimiento que sus acciones provocaron en sus seres queridos, especialmente en sus padres que murieron estando él en prisión. Su hijo también sufrió mucho y solo mantiene comunicación sistemática con su hija.
Este hombre es la única persona de nacionalidad cubana en el corredor de la muerte en Texas, en la actualidad. Aseguró que acepta su sentencia y se arrepiente.
"Me arrepiento de todo. Yo era más valioso que todo eso (que robó). La gente se vuelve loca por los diamantes, el oro y todo eso es basura", comentó.
Dennes solo sale una vez al mes a un espacio al aire libre o a una sala. Vive completamente aislado, se baña dos veces por semana. Su habitación es una celda de 6 metros de largo y 9 metros de ancho, con un inodoro y una cama.
La prisión está climatizada y suele ser un lugar frío. "Tengo 66 años y me veo más joven porque aquí uno se preserva", dijo en tono de broma.
En los 27 años que ha estado preso se ha dedicado a crear obras de arte, aprender idiomas como el hebreo o el griego y a estudiar religión.
Dennes cerró la entrevista anunciando que está dispuesto a donar cualquier órgano de su cuerpo que permita dar vida o mejorar la calidad de vida de otra persona. El cubano no tiene fecha de muerte fijada. En su ejecución podrán estar presentes familiares y amigos de las víctimas.
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