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La política real se basa en elegir la menos mala de las opciones posible pero, ante una catástrofe, solo queda apostar por la mejor alternativa para resolver la crisis y rentabilizarla; evitando caer en rejuegos porque las relaciones internacionales no entienden de consignas, solo de intereses.
El reto inmediato del gobierno cubano consiste en apagar las voraces llamas que, desde este viernes, han convertido a la Base de supertanqueros de Matanzas en las calderas de Pedro Botero, provocando muertos pendientes de contabilizar, heridos de diferente consideración y una nube tóxica extendida hacia occidente.
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Pero los bobos solemnes de La Habana -radicalmente pueriles, insensatos y desbordados por su natural incapacidad- pretenden usar el voraz incendio para cantinflear políticamente; concediendo bajo perfil a la ayuda más ventajosa, Estados Unidos y mataperrear con México, Venezuela y asociaciones norteamericanas de rosca izquierda y gusañeros.
Una de las peterpanadas favoritas del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez es repetir, cual letanía, que Cuba no está sola; cuando la isla navega más solitaria que Jonás frente a la ballena, pero el muy salao sigue sin percatarse y -ya embalado- asegura, ¡vamos a salir de esta!; sin aclarar cómo ni cuando.
Washington dispone de los mayores y mejores recursos para afrontar incendios como el de la Base de supertanqueros de Matanzas y cuenta con una ventaja sobre el resto de países que han ofrecido ayuda a Cuba, la vecindad; si alguien se ocupa de trazar una línea entre Key West y Matanzas, comprenderá el sentido de la aquella frase de Fidel Castro Ruz: No nos podemos mudar y Estados Unidos tampoco.
Desde 1994, Cuba y Estados Unidos tienen acuerdos de colaboración bilateral, en diferentes ámbitos, incluidos desastres y accidentes, y el establishment norteamericano reconoce las virtudes del sistema de Defensa Civil cubano y la seriedad de La Habana en el cumplimiento de los convenios; excepto el migratorio, que viola en cada crisis interna, como ocurre ahora; aunque abortando, discretamente, operaciones de contrabando humano de chinos, paquistaníes, indios e iraníes, camino de Sacramento.
Los ingenieros, técnicos, trabajadores y bomberos poseen conocimientos suficientes para gestionar instalaciones como la Base de supertanqueros y sus percances; pero carecen de recursos para cumplir con mantenimientos programados y normas de seguridad, sujetos a las buenas prácticas industriales; pero también están desmotivados porque la dictadura del proletariado más vieja de Occidente no confía en ellos; como demuestra la anticubana GAESA, subcontratando a obreros indios y de otras nacionalidades para sus obras.
La República ¿mediatizada? estableció la cuota del 50% de trabajadores cubanos en el ámbito privado, el diferencial azucarero y la jornada laboral de seis por ocho, en algunos sectores. Los mercenarios neoplattistas del actual gobierno, no se acercan ni de lejos; carecen de inteligencia emocional, hidalguía patriótica y viven inflamados por la sensibilidad del paramecio.
Los pronunciamientos gubernamentales pasarán a la docencia y la práctica políticas como ejemplos de lo que no debe hacerse en coyunturas adversas; especialmente cuando eres un país pequeño, empobrecido, dependiente y generador de disparates a granel, como el acto de recibimiento a técnicos mexicanos con las llamas avanzando en su destrucción; gesto lógico de gratitud que podría haberse aplazado a a la extinción del incendio. ¡Tremenda psicóloga ha caído sobre los matanceros!
La prensa de Matanzas -en cambio- ha mostrado el talento que sobremuere en la isla, con reportes y fotos de la máxima profesionalidad; ridiculizando la baba sin quimbombó del ideólogo Rogelio Polanco, que ordenó abrir páginas y noticieros nacionales con la presencia de los máximos dirigentes cubanos en los aledaños de la zona cero; cuando la preeminencia informativa está en el foco de las llamas y no en la mayimbada incapaz y errática; a la que muchos cubanos desprecian y detestan.
El desafío de Cuba consiste en conseguir una relación sensata con Estados Unidos, la democracia más antigua de Occidente y el mercado más dinámico del mundo; una asignatura pendiente históricamente y lastrada por la latencia de un gen antiyanqui en el alma insular, desde el siglo XIX; pero que no justifica el desastre de política exterior que perpetra La Habana.
El Peje López Obrador lleva tiempo pescando en río geopolítico revuelto, sabiéndose sujeto por el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y el sueldo que cobra como alguacil migratorio del imperio; pero desmoviliza el ala izquierdista de MORENA (coalición que lo llevó al poder) haciendo que gobernadores contraten a médicos cubanos y con pronunciamientos rimbombantes para el limbo; como han hecho todos los gobiernos mexicanos, en los últimos 63 años.
El chavismo convirtió en ruina la industria petrolera venezolana, con las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, y Nicolás Maduro está más interesado en un arreglo con la Casa Blanca; aprovechando que Vladimir Putin ha devenido en la nueva María Lionza; que en seguir subvencionando a la isla; aunque no dudará en mandar la correspondiente limosna para gozo y propaganda del Palacio de la Revolución y sus criados; que ya andan rasgándose las vestiduras, suplicando no politizar la desgracia; cuando el principal infortunio de Cuba es la política totalitaria de sus destripadores comunistas.
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