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En la cima de la música cubana, principal manifestación de la cultura nacional, se instaló Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez (Benny Moré) desde los años cincuenta hasta ahora. Gracias a su talento natural y a otras diversas características que intentamos enumerar ahora, el Benny se convirtió en un símbolo de lo que fuimos, somos y aspiramos a ser los cubanos.
1. Por encarnar el mestizaje cubano: sus padres fueron Virginia Moré y Silvestre Gutiérrez. El apellido Moré provenía de Ta Ramón Gundo Moré (esclavo del Conde Moré) cuya descendiente, Patricia, tuvo a la madre del Benny, Virginia, con un acaudalado español. Él era el mayor de 18 hermanos, y gozó de un reconocimiento especial del Casino de los Congos por la jerarquía de su origen familiar.
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2. Por representar el ideal de éxito y prosperidad que tanto impulsa a los cubanos: El Benny procedía de una familia pobre, mestiza y del campo, tuvo apenas oportunidades para estudiar y pocas veces tuvo empleo fijo (fue obrero agrícola, carretillero, machetero, yerbero) pero tenía un sueño y tuvo la confianza en sí mismo, y la perseverancia suficientes para cumplirlo. Con la fama y el prestigio conquistados, en 1953, conformó su Banda Gigante.
3. Por la información genética que le dio la capacidad para cantar, bailar e improvisar música: Aprendió muy pronto a tocar los tambores invocadores de deidades orishas, con 13 años ya tocaba el tres y la guitarra, porque desde niño cantaba y bailaba sin parar, y dirigía conjuntos musicales integrados por machetes, latas de leche, guitarras fabricadas con una tabla e hilo de cocer, dos palitos a manera de claves.
4. Por simbolizar la variedad y amplio alcance de la música popular cubana: Sones, guarachas, tonadas campesinas, mambos, boleros… la capacidad interpretativa del Benny parecía infinita. Pasó por conjuntos tradicionales, dúos, tríos, septetos, cantó a capella y con bandas gigantes, en guardarrayas y lujosos clubes nocturnos. Se conectó con lo mejor del patrimonio sonoro cuando lo escuchó Siro Rodríguez, integrante del famoso Trío Matamoros, y luego lo llamaron para integrarse a este, uno de los conjuntos más importantes de la música cubana.
5. Por su deseo de llevar lo nuestro más allá de las fronteras: Apenas consiguió un trabajo fijo, el Benny viajó a México, en 1945, en uno de sus muchísimos viajes pues se consagraría en el vecino país y trabajó con Pedro Vargas, Tongolele y Toña la Negra, entre otros. En 1948 entró como primer cantante de la gran orquesta de Dámaso Pérez Prado, con la que graba más de 60 discos entre ellos: Bonito y Sabroso, Mucho corazón y Pachito e´che,entre otros. Por esa época la voz de Benny era conocida en Panamá, Colombia, Puerto Rico y Venezuela.
6. Por sentir la nostalgia y “el gorrión” del exiliado, y cantarle a Cuba como nadie lo había hecho: Benny pudo quedarse en México disfrutando de su prolongado éxito entre 1945 y 1950, pero decidió regresar a Cuba donde estaban sus mejores amigos y su gran familia. Le dedicó canciones a Santa Isabel de Las Lajas, Marianao, Manzanillo, Cienfuegos y otras.
7. Por personificar la vivacidad, la gracia, el choteo y el sentimentalismo de los cubanos: Así se trasluce por lo menos en algunas de sus mejores piezas el son montuno Qué bueno baila usted; la rumba Rumberos del ayer, el mambo Bonito y sabroso, los boleros Dolor y perdón y Mi amor fugaz.
8. Por su afición al ron, la gozadera y su sexualidad desbordada: Cuando llega a La Habana, con 20 años, Benny deambulaba por el barrio de Belén, con una guitarra comprada en una casa de empeños, y actuaba en cafés, bares, hoteles, restaurantes, y prostíbulos. También actuaba para los turistas, en los muelles de La Habana Vieja. Entre 1958 y 1962 la salud del Bárbaro del Ritmo se va deteriorando y su médico le diagnostica una grave cirrosis hepática. Dejó de ingerir bebidas alcohólicas, pero no hizo reposo, y cantaba constantemente en bailes, cabarets, radio y televisión, hasta que su organismo no resistió más. Fue víctima de la desmesura y la incontinencia.
9. Porque su vida es como una leyenda que millones de cubanos sentimos en sintonía con el destino nacional: Fue guarachero y trágico, rebelde y único, ingenioso y melancólico y bailador. Antes de irse a La Habana, El Benny le había dicho a su madre Virginia: «Me voy para La Habana a ver si triunfo en la música, para que tú no tengas que lavar y planchar más.» Cumplió su promesa. También se puede contar la siguiente anécdota: Era tan admirado por el pueblo que cuando cantaba en el Centro Gallego, se desbordaba las aceras y los jardines del Capitolio Nacional para escucharlo. A su funeral asistieron miles y miles de cubanos atribulados por su deceso.
10. Por convertirse en el artista con una gloria más duradera e incombustible: Su cubanía desbordada es disfrutada constantemente en los fragmentos de sus varias películas y sus abundantes grabaciones. El Benny jamás ha dejado de escucharse y disfrutarse en Cuba, y su voz sigue encantando a generaciones de cubano que solo lo conocen por referencias.
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