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En febrero publicamos un artículo sobre la visita de Camila de Cornualles a Cuba y sus “reservas” con la comida cubana. En aquella ocasión comenzamos diciendo que en temas de comunicación nada es fortuito. La recién terminada primera visita oficial de la Realeza Británica a Cuba lo confirma.
El príncipe Carlos y la comida callejera en Cuba
La visita del príncipe Carlos, heredero al trono británico, y su esposa, la duquesa Camila de Cornualles, ha centrado la atención de los medios de comunicación en Cuba durante los días recientes.
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Las publicaciones de diferentes diarios reflejaron los paseos por la Habana Vieja, la visita a importantes instituciones culturales, pero también se han centrado, como era de esperar desde febrero, en la comida cubana.
En un momento en que la población de la Isla atraviesa un recrudecimiento de la crítica situación alimentaria habitual, era un reto lidiar con el tema en los grandes medios de comunicación. La estrategia ha sido clara: trabajar aquellos elementos de la cultura gastronómica de más bajo coste y mayor gusto popular.
Los platos populares de esta visita
No es extraño descubrir los tres platos protagonistas de esta visita: los churros con azúcar que Carlos no mordió; los mojitos cubanos, hechos por el príncipe y la duquesa; y unas croquetas, nada más y nada menos que de frijoles negros.
Quizás lo mejor que nos deja la visita de la realeza es la oportunidad de homenajear a los chefs cubanos, unos profesionales que se devanan los sesos cada día para impulsar negocios gastronómicos en un país que agoniza con los insumos, materias primas y productos alimenticios de todo tipo.
Para la población de Cuba ver al príncipe inglés cargar su cartuchito de croquetas para el camino parecerá un guiño cómico de la vida. Y es que no había otra pose posible; porque seamos realistas, la Corona Británica jamás le perdonaría a la futura reina degustar un Rabo Encendío en público.
La Comida Cubana quiere ser Patrimonio Cultural de la Humanidad
El gobierno cubano sale airoso de esta dura prueba mediática y consigue apuntar un tanto más a su candidatura de la Comida Cubana como Patrimonio de la Humanidad.
Los cubanos sentimos orgullo de la comida nacional y de la calidad de nuestros chefs. Sin embargo, ¿es coherente impulsar esta candidatura en un momento en que ni los recetarios del Período Especial dan respuestas a la crisis de la comida en Cuba?
En la visita de la nobleza británica el reto para los cocineros de la Isla era mantenerse en la línea del sabor cubano y lo consiguieron con mucha creatividad.
Los espectadores de este show mediático extrañamos una imagen de la langosta, de los camarones o de nuestros famosos platos con carne de res, tales como la Ropa Vieja o el Rabo Encendío. En su lugar brillaron recetas más humildes, aunque igual de criollas.
Nunca sabremos si lograron verdaderamente conquistar el paladar de los visitantes, pero mostraron al resto del mundo lo que somos. Quizás eso baste para, con unos churros, un mojito y unas croquetas, conseguir un puesto en el Patrimonio Cultural de la Humanidad, aunque honestamente, lo dudo.
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